En la contemporaneidad, se alberga una fuerte expectativa de que las competencias digitales mitiguen el problema del desempleo juvenil, según la evaluación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, un marcado “desencuentro entre la oferta educativa y los jóvenes en situación de vulnerabilidad” revela una realidad que demanda atención.
La reciente pesquisa de la OIT, titulada “Juventudes vulnerables, competencias digitales y formación profesional en América Latina,” destaca un hallazgo fundamental: los jóvenes más desfavorecidos están rezagados en el desarrollo de habilidades digitales. La carencia de acceso a internet y computadoras agrava esta problemática, afectando al 18% de la juventud en situación de pobreza.
En el marco del Día Internacional de la Juventud, resulta imperativo reflexionar sobre estos desafíos. En México, con 12.7 millones de personas entre 20 y 29 años, la mayoría se dedica a actividades terciarias como comercio o turismo. Aunque el 73% gana hasta dos salarios mínimos, la pandemia provocó un retorno veloz al empleo, evidenciando las persistentes desigualdades y la amenaza de un incremento en la tasa de desocupación.
La brecha de formación en competencias digitales se amplía debido a la desigualdad social. Pero la OIT señala otras deficiencias en la formación profesional: la focalización en jóvenes vulnerables y las limitaciones de las instituciones educativas. La falta de acceso a internet en zonas rurales agrava la situación y, paradójicamente, los programas de capacitación a menudo se centran en lugares ya conectados, exacerbando la desigualdad digital.
El informe destaca la necesidad de incentivos para atraer a estudiantes alejados del sistema y propone priorizar zonas con mayores indicadores de vulnerabilidad. También subraya la importancia de generar alianzas con actores locales y de la sociedad civil para arraigar las instituciones en el territorio.
En cuanto a las instituciones educativas, la OIT señala desafíos en la formación docente y destaca la proliferación de bootcamps en respuesta a la brecha digital. Sugiere trascender la enseñanza limitada al aula e incorporar a los jóvenes vulnerables como población prioritaria en los estatutos universitarios.
Para cerrar estas brechas, se requiere una oferta formativa adaptada al futuro del mercado laboral y la aplicación de un modelo tripartito, que involucre a gobiernos, estudiantes y empleadores en el diseño de la formación profesional. La acción coordinada es esencial para garantizar que las competencias digitales impulsen la empleabilidad y cierren las brechas que persisten en la juventud latinoamericana.
