En un pasado no muy lejano, la pila de combustible se vislumbraba como la solución ideal para la descarbonización del transporte ligero. Sin embargo, en los últimos años, las baterías han ganado terreno como una alternativa más desarrollada y económica, con una evolución notablemente rápida.
A pesar de este desplazamiento, marcas como Toyota y BMW continúan apostando por la tecnología de pila de combustible. Según Juergen Guldner, responsable del programa de hidrógeno de BMW, los Vehículos Eléctricos de Pila de Combustible (FCEV) tienen el potencial de ser más asequibles y sostenibles que los Vehículos Eléctricos de Batería (BEV) una vez que alcancen la producción a gran escala.
Si bien las pilas de combustible requieren un 90% menos de materiales que las baterías, lo que las hace más ecológicas en términos de fabricación, es importante destacar que los FCEV tienen una eficiencia energética significativamente inferior a los BEV. Mientras que los FCEV solo aprovechan alrededor del 22% de la energía, los BEV alcanzan hasta un 73%, según Transport & Environment.
Otro desafío de los vehículos de hidrógeno es el espacio ocupado por los tanques, lo que puede afectar la habitabilidad y el espacio de carga. BMW busca abordar esta preocupación compartiendo plataforma entre sus próximos modelos FCEV y BEV. Esto permitirá que los depósitos de hidrógeno sean más pequeños y numerosos, ubicándose en el mismo espacio que las baterías en las versiones BEV. Esta estrategia también reducirá los costos de desarrollo y producción.
BMW está llevando a cabo pruebas piloto con su modelo iX5 Hydrogen, equipado con un motor eléctrico asociado a una pila de combustible. La compañía estima que su autonomía ronda los 600 km, acercándose a los estándares de los modelos BEV de la marca. Con estos avances, BMW prevé ofrecer vehículos de hidrógeno a precios competitivos para el año 2035, allanando el camino hacia un futuro más sostenible en la movilidad.
