La elegante sede de Gucci en Roma fue testigo el lunes de una manifestación inusual: decenas de empleados se declararon en huelga en desacuerdo con la decisión de la casa de moda de mudar su oficina de diseño desde la capital italiana hasta Milán.
La polémica medida, compartida con los sindicatos en octubre pasado, significaría el traslado de 153 de los 219 empleados a Milán, una distancia de casi 500 kilómetros, y se llevaría a cabo en torno al mes de marzo.
La oficina regional del sindicato CGIL argumentó que la decisión de Gucci carecía de fundamentos objetivos, generando la sospecha de que el verdadero propósito era reducir la plantilla.
Contrarrestando estas afirmaciones, un portavoz de Gucci aseguró a Reuters que el traslado «no resultará en una reducción del personal». Explicó: «Con la mudanza a Milán, el director creativo y los equipos involucrados tendrán la oportunidad de colaborar estrechamente con las funciones estratégicas ya establecidas en la ciudad, maximizando interacciones y sinergias necesarias».
Tras la salida del director creativo Alessandro Michele en 2022, Kering, el propietario de Gucci, reorganizó la dirección de la marca con el objetivo de revitalizar las ventas de su principal insignia.