Hay historias que parecen tejidas por las manos del destino, en las que el éxito o la tragedia son inevitables, o al menos así parece a lo lejos, sin profundizar, pero cuando se conoce un poco más, cuando las vemos en tercera dimensión y a 360 grados, surgen los matices y se aprecia la forma en cómo cada persona teje su propio destino.
La señora Blanca Mayela Galán Encerrado es uno de esos casos en los que, a la distancia, parece que el destino la dotó de una suerte envidiable, sobre todo en tiempos de pandemia, en los que se fortalece el pesimismo y se olvida que, con trabajo y esfuerzo, casi todo en la vida es posible.
Doña Blanca, hoy por hoy, es directora de Delidieta, S.A. de C.V., una empresa con más de 25 años de servicio en comedores industriales, donde se preparan más de 55 mil platillos a diario, con las manos de alrededor de 500 colaboradores.
Es una empresa que se sostiene, a pesar de la pandemia, que sigue brindando servicio y, más aún, que tiene prospectos de clientes muy buenos que podrían contribuir con su solidez en este año tan difícil.
¿Para qué soy buena?
En un momento de su vida, el esposo de doña Blanca, Arturo Ortiz González, lo perdió todo y la familia tuvo una auténtica crisis económica. La hoy empresaria se planteó entonces la pregunta que le cambiaría la vida: ¿para qué soy buena?
Con carrera trunca en Comunicación, Galán Encerrado era un ama de casa que vivía de forma acomodada en un rancho, con una casa grande, los hijos mayores estudiando en escuelas de prestigio y sin nubes negras en el panorama.
Al perderlo todo, la mujer recibió el apoyo de sus amigas del “club de las gordas”, la mayoría de ellas con problemas de obesidad, para vender comida saludable y nutritiva. Al poco tiempo ya preparaba platillos para 100 personas. Una de sus amigas la invitó a participar en una licitación para operar el comedor de una planta industrial… y la ganó.
El 15 de septiembre de 1994, tuvo su primera experiencia como profesional de la cocina en una maquiladora de ropa. No sabía si podría a hacerlo, pero duró 14 años con sus clientes, que poco a poco le pidieron que atendiera otras plantas y la fueron recomendando.
“Tienes que buscar para lo que eres buena, tú eres buena para algo, mi marido es bueno para otras cosas. Hay que buscar qué es lo que te apasiona e irte por ahí, ver por dónde”, aconseja.
“Si yo que era un ama de casa normal, que creía que no tenía muchas herramientas, pude llegar aquí, cualquiera puede, cualquiera con compasión, con amor, compromiso claro, tiene que hacerlo”.
El enemigo en la cocina
El coronavirus llegó a meterse con el trabajo de doña Blanca, de forma muy particular con sus empleados, quienes tuvieron que modificar e incrementar las medidas de seguridad e higiene para continuar sus labores como parte del equipo.
“Tengo la necesidad de proteger a los trabajadores, es muy importante para nosotros. Mi primera reacción, cuando supe que la pandemia había llegado a México, fue averiguar los protocolos de la Secretaría de Salud. Empezamos con el cubrebocas, luego que las partículas entraban hasta por los ojos, así que agregamos lentes; después dijeron que si te tocas la cara, entonces a usar careta. Nuestra gente la tiene que usar desde que sale de su casa si utiliza transporte público”.
Doña Blanca explicó que tuvieron que adaptar nuevos protocolos, como saber qué hacer en caso de que algún integrante del equipo se enfermera. “Con el primer caso de covid-19 en la empresa tuvimos que hacer la prueba a todos, si en un grupo salía uno, mandábamos a todos a su casa porque no sabíamos si estaban contagiados”.
Cada día, el Departamento de Higiene y Seguridad revisa y ajusta los protocolos. Por ejemplo, las mesas de catering tienen mamparas, la forma de ubicar a los comensales respetando la sana distancia, entre otros.
Una gran familia
“Mis clientes para mí son sagrados. Cualquier persona que coma con nosotros, que le llevemos de comer a donde esté, queremos que sea un cliente satisfecho, así es como tenemos la satisfacción de haber cumplido”, destacó.
Así como los clientes son parte importante, lo son también los empleados. “Nuestra empresa es de servicio, muchos compañeros de trabajo están satisfechos y se sienten parte de esta empresa, así es como crece porque también es de ellos. Si nuestros compañeros de trabajo están inconformes se permea, si están conformes se permea”.
“Eso es parte de que lleguen los clientes solos, creo que si tus empleados o colaboradores están bien, toda la organización estará bien; si ellos empiezan a adolecer también lo vamos a sentir, y este es un momento difícil porque hay mucha incertidumbre en ellos”, explicó.
La empresaria tiene otro gran reto: su esposo y dos de sus hijos son parte del equipo de la empresa.
“Es todo un reto porque son mis hijos… ¿cómo los corro si no cumplen? No lo puedes correr tan fácil. Afortunadamente, son chavos comprometidos. Uno de nuestros valores es la integridad y junto con la gratitud son los más importantes. Ser íntegro es algo comprometedor y no lo puedes suplir. Mis hijos son buenos muchachos y comprometidos con lo que hacen”, destaca la empresaria.
La visión personal
“Siempre me he considerado como un ama de casa, pero he reflexionado mucho, sé que cuando digo que puedo, voy a poder, y cuando digo que no, pues no.
El más grande reto u obstáculo soy yo misma, mis miedos, por eso llegué a ser Lic. en Nutrición y Ciencia de los Alimentos, con clases presenciales. Fue un reto y lo logré”, destacó la exitosa empresaria.
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