En el mundo empresarial actual, los conceptos de sostenibilidad y sustentabilidad son más que simples términos de moda; representan un compromiso esencial con el entorno social y ambiental. Según Erica Valencia Torres, la sostenibilidad abarca un equilibrio entre lo humano, lo natural y lo económico, mientras que la sustentabilidad se enfoca principalmente en el aspecto ambiental. Sin embargo, ambas tienen en común el compromiso con el entorno, y es en este punto donde las empresas familiares juegan un papel crucial.
Para estas empresas, la sostenibilidad implica mantener prácticas comerciales y valores a lo largo del tiempo, considerando aspectos económicos, ambientales y sociales. Por otro lado, la sustentabilidad se centra en prosperar sin agotar los recursos naturales para las generaciones futuras. En este contexto, las empresas familiares tienen la responsabilidad de contribuir de manera positiva a su entorno, garantizando no solo su viabilidad económica, sino también la preservación del medio ambiente y la creación de un ambiente laboral ético y saludable.
La historia de Okende, el niño que camina descalzo cada día para obtener agua limpia, sirve como recordatorio de la importancia de cuidar nuestros recursos naturales. Las empresas familiares conscientes comprenden que su éxito a largo plazo depende de su capacidad para integrar la sostenibilidad y la sustentabilidad en todas sus operaciones. Como señala Guy R. McPherson, ignorar la importancia del medio ambiente en aras de la economía es un error que puede tener consecuencias graves.
Para lograr un desarrollo económico, social y ambientalmente equilibrado, las empresas familiares deben adoptar prácticas empresariales inteligentes y responsables. Esto significa utilizar los recursos naturales de manera eficiente y promover la conservación del medio ambiente. Solo así podremos evitar un futuro en el que las comunidades se vean privadas de recursos básicos como el agua. Como dijo Thomas Fuller, nunca apreciamos el valor del agua hasta que el pozo esté seco.