Los emprendimientos encabezados por mujeres enfrentan una tasa de cierre mayor que los dirigidos por hombres, no por falta de capacidad, sino por barreras estructurales que limitan su crecimiento. La falta de financiamiento competitivo, la menor participación en redes empresariales, la sobrecarga de trabajo de cuidados y los sesgos de género siguen marcando el camino de miles de emprendedoras en el país.
El financiamiento sigue siendo desigual
A pesar del aumento en la creación de negocios liderados por mujeres, el acceso al crédito continúa siendo más restrictivo. Muchas reciben montos menores, tasas más altas o requisitos más complejos. Sin capital suficiente, los emprendimientos operan con márgenes más frágiles y menor capacidad de expansión.
La doble jornada impacta el desempeño empresarial
El peso del trabajo de cuidados recae, de forma desproporcionada, en las mujeres. Eso limita el tiempo disponible para capacitarse, generar estrategias, ampliar redes o buscar inversionistas. Este factor, invisibilizado por años, se refleja directamente en la permanencia y estabilidad del negocio.
Sesgos que afectan decisiones clave
Desde proveedores que dudan del liderazgo femenino hasta inversionistas que privilegian emprendimientos liderados por hombres, los sesgos afectan el acceso a oportunidades. Incluso en etapas iniciales, la credibilidad suele ser un reto adicional que no enfrentan sus pares masculinos.
Los negocios liderados por mujeres no fracasan por falta de talento: fracasan porque operan en un entorno que todavía no les ofrece condiciones justas. Corregir estas brechas no solo impulsaría a las emprendedoras; también tendría un impacto directo en productividad, innovación y crecimiento económico.
