La adopción acelerada de inteligencia artificial está transformando el trabajo presencial de una forma que muchas empresas no anticiparon. Aunque el retorno a oficinas avanza, la infraestructura física —desde capacidad energética hasta conectividad— se ha quedado corta frente a las nuevas exigencias de modelos híbridos y herramientas intensivas en datos. El resultado es una brecha creciente entre la manera en que se trabaja y los espacios diseñados para hacerlo.
Oficinas pensadas para 2015 enfrentan las demandas tecnológicas de 2025
La mayoría de los edificios corporativos en México fue concebida para operaciones tradicionales: salas de juntas, estaciones de trabajo fijas y redes diseñadas para tráfico moderado. La llegada de modelos generativos, asistentes con IA y herramientas colaborativas avanzadas ha multiplicado la demanda de ancho de banda, procesamiento local y sistemas de seguridad digital. Muchas oficinas simplemente no están equipadas para soportar este nivel de carga tecnológica.
El modelo híbrido exige flexibilidad que la infraestructura actual no ofrece
Los equipos rotan, entran y salen en horarios variables y necesitan espacios que permitan conexiones rápidas, videollamadas continuas, colaboración en tiempo real y acceso seguro a sistemas empresariales. Sin embargo, las empresas siguen lidiando con puntos de acceso saturados, salas sin capacidad técnica suficiente y redes internas vulnerables ante flujos de datos más complejos.
Productividad condicionada por la calidad del entorno físico
La eficiencia que promete la IA depende de la estabilidad tecnológica. Cuando un modelo tarda en cargar, una reunión se interrumpe por problemas de red o no hay energía suficiente para soportar múltiples dispositivos, la productividad se reduce. Los trabajadores regresan a oficinas que no potencian su rendimiento, sino que limitan el uso pleno de herramientas que ya son cruciales en su rutina laboral.
La modernización ya no es opcional
Para aprovechar la IA en el entorno corporativo, las empresas deben invertir en infraestructura: redes escalables, sistemas de respaldo energético, espacios acústicamente optimizados, estaciones adaptadas al trabajo híbrido y protocolos de ciberseguridad acordes con la nueva realidad. La oficina del futuro no es más grande: es más inteligente.
La IA no solo está transformando la forma de trabajar; está redefiniendo lo que una oficina debe ser. Las compañías que actualicen su infraestructura podrán capitalizar esta nueva era. Las que no, enfrentarán un retorno a oficinas que funciona peor que el trabajo remoto.
