A medida que el COVID-19 continúa extendiéndose por todo el mundo, América Latina y el Caribe se han convertido en un foco de la pandemia
En un contexto en el que ya existen enormes desigualdades, niveles elevados de trabajo informal y servicios de salud fragmentados, las poblaciones y las personas más vulnerables son una vez más las más afectadas.
Las mujeres, que constituyen la mayoría de la fuerza de trabajo en los sectores económicos más afectados, ahora también deben soportar la carga de los cuidados adicionales.
Las personas de edad y las personas con discapacidad corren un riesgo mucho mayor de morir a causa del virus.
Los pueblos indígenas y las personas afrodescendientes, al igual que los migrantes y los refugiados, también sufren de manera desproporcionada, pues entre ellos la vulnerabilidad se multiplica.
Debemos hacer todo lo posible por limitar la propagación del virus y hacer frente a los efectos de la pandemia sobre la salud.
Además, debemos encarar sus repercusiones sin precedentes en el ámbito económico y social.
El informe de políticas que publicamos hoy subraya una serie de medidas urgentes y a largo plazo encaminadas a lograr una mejor recuperación.
En el informe se exhorta a los gobiernos a hacer más por reducir la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición mediante, por ejemplo, un ingreso básico para situaciones de emergencia y ayudas contra el hambre.
La educación se ha visto interrumpida en toda la región. Es indispensable priorizar la educación a distancia y, de manera general, la continuidad de los servicios dedicados a la infancia.
Al mismo tiempo, la situación requiere urgentemente un mayor apoyo internacional.
He hecho un llamamiento para poner en marcha un paquete de rescate y recuperación equivalente a más del 10 por ciento de la economía global. Los países desarrollados lo están haciendo por sí mismos con sus propios recursos,
En el caso de América Latina y el Caribe, la comunidad internacional debe proveer liquidez, asistencia financiera y medidas de alivio de la deuda.
Los países de América Latina y el Caribe, y en particular los pequeños Estados insulares en desarrollo, no deben quedar excluidos de la asistencia mundial. Es necesario ampliar la respuesta multilateral internacional a los países de ingresos medios.
Debemos abordar también los desafíos estructurales más amplios.
Para reconstruir mejor es necesario transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe.
En una región en la que los niveles de desigualdad se han vuelto ya insostenibles, ello supone desarrollar sistemas integrales de bienestar social accesibles para todas las personas.
Esto implica crear sistemas tributarios más justos, promover la creación de empleos decentes, fortalecer la sostenibilidad ambiental y reforzar los mecanismos de protección social.
También conlleva una mayor integración económica regional.
Y supone que las mujeres participen plenamente y en condiciones seguras en la vida pública y económica.
Por último, para reconstruir mejor, hay que reforzar la gobernanza democrática, la protección de los derechos humanos y el estado de derecho. En un momento en el que demasiados ciudadanos y ciudadanas se sienten excluidos, la rendición de cuentas y la transparencia son fundamentales.
Expreso toda mi solidaridad con los pueblos de América Latina y el Caribe, que al enfrentar esos desafíos deben guiarse por la solidaridad y la compasión.
Juntos podemos superar esta crisis y construir sociedades inclusivas y sostenibles para todos.