Por: Dr. Adrián Gómez Oyanguren
El oro, un elemento tangible, preciado, escaso, versus la criptomoneda, un elemento intangible, volátil, incierto ¿qué podrían tener de similar? Veamos un poco la historia para llegar al presente y respondernos esta pregunta.
El oro, en distintas épocas de la economía mundial, sirvió de patrón para respaldar el dinero que emitían los emperadores, los reyes y más recientemente los Estados.
Los romanos, como iniciadores en el uso de las monedas en base al oro, fueron los pioneros en acuñar este metal para funcionar como instrumento de intercambio en las relaciones comerciales, pagos a sus ejércitos y los servicios entre el pueblo.
Más adelante, en el siglo XIX, el oro funcionó como soporte adecuado de la economía, con la extensión generada en la revolución industrial, dando estabilidad económica a los países que basaron sus monedas en el patrón oro; posteriormente, entre la I y II Guerras Mundiales, los países abandonaron este patrón, por un lado, debido a la escasez del metal y, por otro, por la irresponsabilidad de los gobernantes en guerra, que generó un endeudamiento desmedido para financiar el conflicto bélico, lo que provocó la ya conocida primera gran depresión, que arrastró a la economía mundial.
Ya en 1944 se celebra el Acuerdo Bretton Woods, con la intervención de 44 países, con el objetivo de restaurar las economías devastadas, incrementar el comercio y establecer la nueva base económica mundial. Eso los lleva a adoptar nuevamente el patrón oro, al que todos debieron acogerse.
De esa manera, todos los países debían tener sus reservas en oro para poder emitir sus propias monedas y darles valor. En 1971 llega a su fin el Acuerdo, básicamente porque Estados Unidos imprimía miles de millones para sufragar la guerra en Vietnam y no había oro suficiente para soportar su economía. Vuelve a terminar el patrón oro para dar paso al dinero FIAT, que en simples palabras es la confianza que los ciudadanos otorgan a las monedas emitidas por sus países, en la que el único soporte es la propia economía de cada país, lo que se conoce como su Producto Interno Bruto. De esa manera, cada país emite e imprime el dinero que considera necesario, sin necesidad de tener un soporte físico como reserva de valor, lo que en distintas épocas de la humanidad fue el oro.
Ahora bien, las criptomonedas, como activo intangible, pensaríamos que no podrían ser un respaldo de valor del dinero que emiten los países, debido principalmente a que en nuestra mente aún las consideramos como un instrumento de mucha volatilidad, o bien porque lleva pocos años (desde el 2008) como elemento de valor dentro de la economía mundial. Luego entonces, ¿cómo podría un instrumento intangible tener un valor de respaldo real? Veamos algunas de sus características y encontremos esa similitud con el oro.
Las criptomonedas tienen un proceso de generación mediante lo que se conoce como mineros, un proceso tecnológico que hace que las criptografías se vayan generando paulatinamente en el paso del tiempo. Por ejemplo, el Bitcoin se produce una unidad cada 10 minutos y ese proceso es totalmente inalterable, lo cual genera seguridad y certeza en la cuantía de Bitcoins con el transcurso del tiempo. Por lo tanto, eso da origen a un principio de “escasez”, ya que en el mercado solo circula un número cierto de unidades, dejando a la oferta y demanda la fijación del precio y evitando que funcionarios de los países puedan emitir irresponsablemente más dinero, lo cual conlleva frecuentemente a la devaluación de su moneda.
El caso del oro también es un elemento con “escasez” y de difícil extracción, lo que asegura que no haya una indiscriminada introducción de oro en la economía. Es precisamente ese principio de “escasez” lo que hace similar al oro con la criptomoneda y ambos dotan un respaldo de valor, asegurando que nadie puede manipular la cantidad de unidades de criptos o cantidad de kilos en oro, lo que causa, por un lado, mayor estabilidad en el valor de las monedas y, por otro, una garantía y control en el volumen circulante dentro de la economía mundial.
Desde luego, para los funcionarios de cada país es muy difícil tomar la decisión de regresar al patrón oro o constituir un nuevo patrón cripto para respaldar sus monedas locales, debido a que los ata de manos –función que hacen actualmente los bancos centrales–, pues no les permite llevar a cabo medidas populares que los mantengan en el poder; en otras palabras, el patrón cripto sería una medida antipopular y contra los intereses de los gobiernos.
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