El salario no solo refleja lo que haces, sino también cuánto valora el mercado tu función en un momento determinado. En 2025, el mapa laboral mexicano revela una diferencia abismal entre los perfiles que lideran la transformación tecnológica y quienes apenas comienzan su vida profesional.
Las cifras recientes muestran más que datos: exhiben una desigualdad estructural en la forma en que se remunera el trabajo, dependiendo del nivel de responsabilidad, el sector y la preparación técnica.
En la cima: dirección y tecnología
Los mejores sueldos del país se concentran en puestos directivos y roles vinculados a la innovación digital. Un director regional puede alcanzar hasta $305,000 pesos mensuales, mientras que posiciones como director de tecnología, líder de desarrollo o especialista en backend superan con facilidad los $170,000 pesos.
Estos perfiles no solo gestionan equipos o lideran estrategias: toman decisiones de alto impacto en organizaciones donde la transformación digital es clave para sobrevivir. Su valor no está solo en lo que saben, sino en cómo aplican ese conocimiento para crecer.
En la base: asistentes, practicantes y roles operativos
Al otro extremo, los empleos con salarios más bajos corresponden a funciones operativas o de entrada, como practicantes, auxiliares o asistentes de áreas administrativas. En promedio, estos perfiles perciben entre $6,000 y $12,000 pesos mensuales. Aunque cumplen tareas necesarias para la operación diaria de muchas empresas, su remuneración sigue sin reflejar su contribución real.
Más preocupante aún es que muchos de estos puestos sirven como punto de entrada para jóvenes profesionales, quienes enfrentan barreras económicas importantes justo en la etapa en que deberían estar construyendo estabilidad.
Más allá del salario: lo que esta brecha revela
La distancia entre ambos extremos va más allá del ingreso: evidencia la urgencia de apostar por el desarrollo de habilidades técnicas y estratégicas, y por entornos empresariales que reconozcan el talento emergente. También pone sobre la mesa la necesidad de fortalecer modelos de compensación más equitativos y sostenibles.
Si México quiere una economía más competitiva y socialmente balanceada, debe comenzar por revalorar el trabajo en todos sus niveles. Porque un mercado laboral sano no solo premia al que lidera, también impulsa al que empieza.