La inteligencia artificial (IA) ya no es solo una herramienta auxiliar en los negocios: está emergiendo como un factor de peso que podría transformar profundamente el funcionamiento de las economías modernas. Así lo advirtió Thomas Barkin, presidente del Banco de la Reserva Federal de Richmond, quien señaló que esta tecnología influirá cada vez más en la fijación de precios, el empleo y las tasas de interés.
Durante su intervención en un foro financiero reciente, Barkin reconoció que aún estamos en una etapa temprana del impacto de la IA, pero afirmó que su adopción acelerada ya está reconfigurando las dinámicas de productividad, automatización y competitividad empresarial. A medida que más empresas integran algoritmos de aprendizaje automático y asistentes inteligentes en sus operaciones, la eficiencia mejora y los costos de producción disminuyen, lo que podría ejercer presión a la baja sobre los precios en ciertos sectores.
Uno de los efectos más evidentes será en el mercado laboral. La automatización de tareas repetitivas y analíticas puede desplazar empleos tradicionales, pero también generará una demanda creciente por perfiles altamente calificados en ciencia de datos, ingeniería de software, ciberseguridad y ética en IA. Esta transformación implica un cambio profundo en la estructura del empleo y plantea desafíos significativos para la capacitación y reconversión laboral.
En cuanto a las tasas de interés, Barkin explicó que la IA podría obligar a los bancos centrales a recalibrar sus modelos económicos. Con una productividad impulsada por tecnología y menores presiones inflacionarias, la política monetaria tradicional podría perder eficacia si no incorpora nuevas variables. En este contexto, anticipar el comportamiento de los consumidores y de los mercados financieros requerirá modelos predictivos más sofisticados, que contemplen la evolución constante de la IA.
Además, existe una dimensión estructural: la brecha entre empresas tecnológicamente avanzadas y aquellas que no integren IA podría ampliar las desigualdades económicas. Las organizaciones con mayor capacidad de inversión en innovación podrán ofrecer productos más competitivos, adaptarse con mayor agilidad y ganar participación de mercado a costa de actores menos digitalizados.
Este fenómeno no es exclusivo de Estados Unidos. A nivel global, los bancos centrales deberán repensar el diseño de sus políticas macroeconómicas, especialmente en economías emergentes como México, donde la incorporación de inteligencia artificial aún enfrenta retos en términos de infraestructura, acceso a talento y regulación.
La IA no solo está cambiando cómo operan las empresas, también está alterando los fundamentos mismos de la economía. Los responsables de la política monetaria deben comenzar a prepararse para este nuevo escenario donde la tecnología será un actor económico de primer orden.
