María Dolores López Lira e Hinojo, una empresaria que ha forjado su emporio, Lomas Travel, entre la adversidad, el calor familiar y más de tres mil colaboradores
María Dolores López Lira e Hinojo es una mujer con buena memoria, recuerda que para poder crecer como empresaria contó con el apoyo de un círculo de protección y confianza: la familia. “Yo tuve la gran suerte de mi madre y mis hermanas que toda la vida me ayudaron con mis hijos”.
Sin duda es una mujer exitosa, poderosa y templada en los retos que ha atravesado. Hace 47 años que trabaja en la industria turística y han pasado 38 años desde que fundó su primera empresa: agencia de Viajes Turquesa del Caribe Mexicano.
Hoy dirige Lomas Travel, un grupo integrado por una docena de compañías que van desde la agencia, transportadora, hoteles, restaurantes, marina, línea aérea, televisora, el Rancho Bonanza y una fábrica de uniformes, con alrededor de tres mil 700 colaboradores.14
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Y aun así, con la responsabilidad de mantener competitivo el negocio, tiene muy claro en la mente el principal reto de la mujer: “Tenemos que retomar el lugar como matriarcas de las familias, porque se han perdido muchos valores”.
Sola, no
En tiempos en los que la palabra feminismo ha evolucionado y tomando diferentes matices con extremos insospechados, la empresaria es consciente de que una mujer, una persona, no puede hacerlo todo sola, se requiere soporte emocional, profesional y personal.
“La mujer tiene que enfocarse y priorizar lo que quiere ser. Si va a ser empresaria, que cuente con alguien fuerte que la apoye en el área familiar; si va a tener familia, que encuentren a alguien fuerte que la apoye en sus empresas”.
María Dolores sabe de lo que habla, la vida le ha enseñado que es la persona quien trabaja para las empresas, no las empresas para la gente y ha sido testigo de empresarios que apenas comenzaron a vivir de sus negocios y dejaron de reinvertir, se los acabaron.
Pareciera que el triunfo va muy de la mano con la adversidad y se han convertido en un binomio protagonista de muchas historias de éxito. La historia de esta empresaria no es muy diferente, a la distancia puede narrar la crónica de los hechos: “Tenía una hija qué mantener, en Acapulco encontré trabajo en una agencia de viajes, eso fue en 1973”.
En 1976 la compañía la envió a Cancún como subgerenta de sucursal, un problema de salud la llevó a renunciar para someterse a una intervención quirúrgica fuera de Quintana Roo, que carecía de la infraestructura hospitalaria de primer nivel. Al regresar se enfrentó con una imponente realidad: ninguna de las 10 agencias de viaje que operaban en la ciudad quiso contratarla.
Un hombre, su pareja sentimental José Luis Martínez Alday, se convirtió en el pilar que la llevó a hasta donde está. En ese momento ya tenía dos hijos, y él le recomendó poner su propia agencia y preocuparse nada más por recuperar los gastos.
Para su sorpresa, las personas que conoció en los siete años de experiencia comenzaron a buscarla, así es que cuando finalmente dio el paso e inició con el negocio, ya tenía una cartera de clientes, pero como dice el dicho, “nadie nace sabiendo”.
“Uno no sabe que puede ser empresario y no está preparado para serlo. Yo era gerenta y dependía de órdenes, de instrucciones, pero de repente me vi en la obligación de asumir las decisiones yo misma”.
Eterna guerra de sexos
“El apoyo de José Luis me ayudó a salir adelante, pero también a tener conciencia de mis áreas de oportunidad. Sé vender y operar, pero no puedo con lo administrativo, nunca se me ha dado. En eso, José Luis es fuerte y eso nos ayudó a que pudiera continuar en mi trabajo de promoción, de operación, ventas y atraer más clientes”.
Con esa claridad tomó una decisión que generó comentarios que la dejaban en segundo plano, detrás del hombre, pues su ya esposo José Luis entró de lleno al negocio y la gente comenzó a decir que era él quien tenía el control.
La adversidad hizo presencia de nuevo, en junio de 2018 su pareja sufrió un derrame cerebral y María Dolores tuvo que hacerse cargo de todo. “Todos pensaron que el grupo iba a ‘tronar’ porque la cabeza, el líder que continúa siendo, no estaba. No se dieron cuenta de que siempre estuvimos de la mano y de que como mujer yo siempre fui más cuidadosa en los detalles”.
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“Para enfrentar una situación que estaba fuera de control nos ayudó mucho la convivencia, porque de un día a otro me encontré con toda una carga de empresas que ni sabía. A la fecha aún hay gente que duda de mi capacidad como mujer. Ese ha sido el reto”.
Dentro de toda esta historia, la experiencia le ha enseñado a la empresaria algo que refleja un gran sentido común: “En México vivimos siempre en crisis, si no es la inseguridad, es la influenza y ahora el coronavirus, la devaluación, los presidentes de los otros países”.
“Mi principal crisis fue cuando mi esposo tuvo el derrame porque tuve que despertar y preguntarme: ¿Y ahora, qué hago?”, pero las familias que dependen de que la empresa la impulsaron a salir a flote. “Hay muchísimas personas a las que no les puedo fallar”, pensó por corto tiempo y, “simplemente”, se dedicó a hacer bien su trabajo