No cabe duda de que el mundo es de los audaces y hay gente que pareciera estar diseñada para aprovechar cualquier oportunidad que la vida presente, aunque no siempre para bien. La pandemia causada por el coronavirus representó un área de oportunidad en muchos sentidos. La estrategia de combate al contagio de “Quédate en casa” incentivó el incremento de las compras en línea, con el correspondiente intercambio de datos, en los que el cliente puso mucha de su información personal y financiera en bases de información que, sin la adecuada protección, no sólo legal sino de sistemas, cayó en manos hábiles que generaron miles de casos de fraude.
La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF) de México informó que al finalizar 2021 recibió más de 24mil 215 quejas por fraude cibernético, lo que para ellos significó un incremento del 52% respecto del año anterior. Cuatro de cada 10 quejas que recibió la CONDUSEF era por sospecha de fraude cibernético y el mundo está en un número preocupante, el experto en fraudes y delitos financieros de Featuresepace, Steve Goddard, comparó las pérdidas con el Producto Interno Bruto (PIB) anual de países como Honduras y El Salvador, de hecho, la cantidad es 25% mayor que el PIB de estos países al alcanzar los 30 mil millones de dólares, el año pasado.
Los datos de tu tarjeta de pago son robados y revendidos debido a las facilidades de interconectividad que ofrece Internet, el comercio electrónico aún carece de los mecanismos y sistemas necesarios para proteger a los clientes, pues los hackers están algunos pasos adelante de ellos.
El riesgo está tanto en el mundo físico, donde la tarjeta puede ser sustraída del usuario en múltiples formas, hasta las formas digitales que incluyen solicitudes que llegan por correo electrónico y carecen del soporte de una empresa formal, incluso se hacen pasar por prestigiosas compañías.
Los usuarios de tarjetas de pago pueden seguir los procedimientos habituales de protección de sus datos y, por consiguiente, de su patrimonio, al evitar comprar en sitios de dudosa reputación o evitar dar sus datos, en tanto las empresas siguen desarrollando la infraestructura necesaria para tener fortalezas digitales en las cuales proteger a sus clientes.
