POR: DR. ADRIÁN GÓMEZ OYANGUREN
Después de la quiebra de FTX, el mercado de las criptomonedas sufrió una bajada muy significativa en reacción en cadena. El miedo se manifestó entre miles de criptousuarios, quienes vendieron lo que pudieron, aunque, por otro lado, eso fue aprovechado por los inversionistas más experimentados y con nervios de acero.
Han pasado 3 meses desde la trágica noticia y el mercado va retomando la confianza, con leves alzas de las principales criptomonedas. Lo anterior, sumado a que se venía de un invierno que duró todo el 2022, generó un año para hacer dudar hasta al más acérrimo impulsador de ese tipo de criptoactivos. A los inversores que no requerían usar sus recursos, no les quedó de otra que esperar a que transcurra el invierno, aunque eso aún está por devenir.
La economía en general no obedece a la racionalidad ni al comportamiento esperado, sino que se mueve en función de la emocionalidad del individuo en cada momento, lo cual se contagia en la colectividad dictando acciones inesperadas e irracionales, haciendo que los mercados se muevan en direcciones erráticas.
Nada más acertado para el mercado de las criptomonedas, pues desde su surgimiento su principal objetivo se centró en la especulación, provocando niveles de volatilidad como ningún otro instrumento financiero, lo cual, desde luego, es música para los oídos para unos y una película de terror para otros.
Una vez cruzado el pantanoso camino del invierno y la quiebra de la quinta principal emisora de criptomonedas, queda evaluar si eso debilitará o consolidará la confianza en esa tecnología criptográfica; incluso, si trasciende que se devuelva la confianza, saldrá fortalecida para su futura aceptación.
Desde luego, también traerá muchas modificaciones, principalmente la regulación mundial, pues la historia se ha encargado de poner reglas para todo el quehacer humano: nada se deja a la libertad entre los individuos, todo debe ser reglado y tener una vigilancia, solo así el ser humano puede ser baldado de depredarse a si mismo y, tratándose de dinero, el individuo busca cualquier rincón en el que se pueda aprovechar y obtener un beneficio propio a costa de lo que sea y de quien sea.
Lo cierto, hay que decirlo, es que la tecnología de las criptomonedas, como alternativa de especulación, al tener un código abierto, lo mismo genera confianza para unos que lo contrario para otros. Así es el mundo y su diversidad de pensamientos, y es, tal vez, lo que lo hace atractivo y adictivo: la libertad de su descentralización versus la seguridad de la reglamentación, lo oculto sobre lo transparente, lo libre sobre lo controlado y, en general, dicho de esa manera, la inversión en criptomonedas se mueve en mundos distintos a lo que hoy es conocido.
¿En qué dirección nos llevará la criptoeconomía?
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